CIUDADES FELICES: ¿Y SI LA FELICIDAD FUERA EL NUEVO OBJETIVO URBANO?
- Laura Palacios Restrepo
- 1 jul
- 3 Min. de lectura
¿Qué pasaría si midiéramos el éxito de una ciudad no por el crecimiento del PIB, los kilómetros de vías rápidas o el número de proyectos que se ejecutan por año, sino por cuan felices se sientes sus habitantes al caminar por sus calles, compartir con sus vecinos o respirar su aire limpio?

Durante décadas, planificamos y construimos ciudades para crecer, conectar, producir. Les evaluamos con cifras técnicas, presupuestos ejecutados y kilómetros o metros cuadrados de obra pública. Pero en medio de tanta eficiencia, algo esencial se fue quedando atrás: la alegría cotidiana de vivir en ellas.
Hoy frente a los desafíos del cambio climático, el aislamiento social, la salud mental y la desigualdad, está surgiendo una pregunta poderosa:
¿Cómo se construye una ciudad feliz?
Una ciudad para la vida, no solo para el tránsito
La ciudad feliz no es una utopía escandinava ni una estrategia de marketing. Es una propuesta concreta y urgente. Significa que la planificación urbana (la movilidad, el espacio público, la vivienda, los servicios) se piensa desde el bienestar de las personas. Desde cómo nos movemos hasta como nos encontramos, respiramos, descansamos y nos conectamos con los demás.
Ciudades como París, con su ciudad de los 15 minutos, Copenhague, con su modelo de ciudad verde y ciclable o Ámsterdam, con su enfoque de economía circular y cohesión barrial, han iniciado ese camino. Han rediseñado sus barrios desde la escala humana, han devuelto el espacio publico a la gente y han convertido el bienestar en política urbana.

¿Qué hace feliz a una ciudad?
La Felicidad urbana no se logra con solo construir grandes parques o edificios llamativos. La felicidad urbana depende de lo cotidiano, de esos pequeños momentos que sumados construyen una vida plena en las ciudades.
La felicidad urbana es la posibilidad de abrir la puerta y caminar hasta el lugar del mercado sin depender de un carro, es poder llevar a tus hijos al colegio sin pensar que la vía es peligrosa, es tener un parque cerca, aunque sea pequeño, en el que puedas respirar aire limpio, correr o simplemente sentarte a mirar y disfrutar el sonido de la ciudad. Es encontrarte con un vecino, conversar con alguien y sentirte parte del lugar. Es tener una biblioteca, un café o una cancha donde sucedan cosas, donde la vida publica florezca.
La felicidad urbana también es el silencio necesario para pensar, el aire limpio para respirar sin prisa, la sombra de un árbol que te protege del calor, es tener una rampa para quien no puede subir escaleras, un sendero seguro para volver caminando en la noche.
La ciudad feliz es aquella que se construye en la escala del cuerpo y del tiempo humano.

La felicidad Urbana no es una mega obra, es una experiencia que se cultiva en lo cercano, en lo compartido, en lo simple y en lo bien hecho.
Es posible que la conversación sobre ciudades felices no empiece con una gran reforma urbana, es posible que comience con una mirada distinta a nuestras rutinas, a los espacios que habitamos y a lo que deseamos transformar, posiblemente reviendo como nos movemos cada día, que tan cerca están las cosas que nos importan o cuanto tiempo le dedicamos a disfrutar la ciudad, posiblemente el primer paso hacia la construcción de ciudades más felices es empezar a cuestionar lo cotidiano.
Comments