top of page

En el centro de Medellín, el peatón va ganando espacio

Caminan con afán hacia sus trabajos o regresan a sus casas después de un día de actividad; otros, a marcha más lenta, solo están de paso por el centro o son turistas que se dedican a observar con cautela. Sin embargo, todos ellos, sin importar los diversos propósitos que los llevan a la comuna más concurrida de Medellín, deben afrontar algunos obstáculos: aceras en mal estado, automóviles y motocicletas parqueados en zona peatonal, andamios de obras que modifican el itinerario habitual, mobiliario urbano situado incorrectamente, puestos o ventas ambulantes sobre las aceras y descarga de mercancía en horas no aptas. Esta es solo una breve descripción de las debilidades en la movilidad peatonal que se presentan en cinco puntos del Centro de Medellín, Comuna 10: La Candelaria.

Más Urbano recorrió y analizó este lugar desde la percepción del peatón, apoyados por la mirada crítica de Martha Giraldo, líder de la Organización Fundapeatón, fundación que trabaja para evitar que los peatones mueran en las vías, y acompañados también, por Margarita Ospina y Juan Diego Ibatá, de la Fundación Ciclocity, colectivo que pretende promover el uso de la bicicleta como medio de transporte.


Este trayecto ya había sido realizado por Fundapeatón en julio del 2016, desde parque de San Antonio hasta la avenida oriental. Un año después nos dispusimos a caminar de nuevo por el centro, esta vez desde el parque de las luces hasta Ayacucho con la Avenida Oriental. Aportamos, igualmente, unos datos preliminares que en su momento habían evidenciado que los peatones en algunos tramos tienen poca visibilidad del tranvía, que el volumen de las campanas o el sonido de este sistema de transporte es poco audible para los peatones y además, se advertía la ausencia de semáforos, gran cantidad de obstáculos y deterioro general de la infraestructura peatonal.


“El peatón en este sitio, calle 49 Ayacucho con Junín, es altamente vulnerable. Él debe estar atento al flujo vehicular y a ambas direcciones del tranvía, sumado al riesgo inherente del caminar en espacio público no apto. Es claro que la prelación en la vía es para los vehículos y el tranvía, no para los peatones.”, dice el informe que había sido enviado a las entidades responsables del funcionamiento del sistema tranviario.


Así, con estos datos preliminares nos dispusimos a recorrer esta zona del Centro de Medellín. El primero de los puntos de análisis del recorrido fue Pichincha con Carabobo, en la calle 45 con carrera 45, zona de alta confluencia de automóviles, motocicletas, peatones, camiones de carga y ciclistas. Este es uno de los lugares más visitados por los habitantes de la ciudad, ya que a tan solo uno metros está ubicado El Hueco, el mayor mercado popular de mercancías en Medellín.


Es viernes, 9:45 a.m., hay aglomeración de personas en algunos puntos de Carabobo. Juan Diego Ibatá toma el tiempo del semáforo. El resultado es 1’15 segundos para los automóviles y solo 20 segundos para los peatones, lo que indica que hay prelación para los automotores. “Esto es absurdo, pues por este sector hay más personas caminando por los andenes que carros en las vías”, dice Ibatá.

Si bien, este cruce con alta circulación peatonal, tiene en funcionamiento un dispositivo manual para activar el cambio de luces de la fase semafórica –lo que no siempre sucede en otros cruces -a su vez, reúne las condiciones de sonorización, con el fin de facilitar el cruce a las personas con discapacidad auditiva y visual o a los adultos mayores.


Debido a estas incongruencias en el sistema semafórico y quizás al continuo movimiento de la zona, que obliga a circular con rapidez y no perder el tiempo, algunos peatones solo miran de lado y lado de la vía y sí no ven obstáculo alguno pasan corriendo. Para Germán López, de 65 años, que todos los días camina por esta zona de la ciudad, esta conducta es propia de personas estresadas y poco respetuosas de la norma.

“Yo vivo sin problemas, camino mucho por el Centro, pero voy tranquilo, espero que el semáforo cambie y paso. Tanto para el peatón como para el conductor es cuestión de poner cuidado y ser paciente. Soy un peatón constante y consiente, la gente en general no piensan en los demás y viven dormidos, con los celulares en la mano y preocupados, así que no ponen atención”, dice.

Según Adolfo Antonio Porra, vendedor ambulante, los peatones se adelantan a la señal del semáforo porque muchos van de afán, no esperan el semáforo y se lanzan a la calle sin mucho cuidado. Asegura que también ha visto como algunos motociclistas incumplen la norma y se pasan el semáforo en rojo.


Otro de los problemas que se presentan en el sector, señala el comerciante, es que los ciclistas, sobre todo los que usan el Sistema de Bicicletas Públicas (Encicla), desconocen las señales de tránsito y cuando llegan a Carabobo, vía peatonal, no se bajan de la bicicleta sino que muchos continúan su marcha poniendo en peligro la seguridad de los peatones.




“Cuando las personas de Espacio Público de la Alcaldía les dicen que deben bajarse de las bicicletas ellos les responden que no hay señal que les indique eso y siguen su camino. Por eso los peatones tenemos que ser muy cuidadosos en este sector, pues en cualquier momento nos atropellan ciclistas, motos o carros”, afirma Porras.

Para Martha Giraldo, en ocasiones el peatón no es consciente de que sus derechos le son vulnerados y creen que son ellos los que cometen la mayor falta cuando se caminan rápido y sin cuidado. Explica que en los incidentes donde están implicados conductores y peatones el más vulnerable es el peatón, que no tiene protección alguna.


“La primera causa de la muerte de los peatones es por el exceso de velocidad de los motorizados y las víctimas son los mayores de edad o los niños. Nosotros estamos siendo vulnerados, hay momentos en donde la fase semafórica le da la prelación al vehículo, desconociendo al peatón. Por eso la generalización de que los peatones somos imprudentes es incorrecta”, expresó la activista.


El segundo punto en donde nos ubicamos fue Bolívar con Pichincha, calle 46 con carrera 57, en la estación San Antonio del Metro y del tranvía. Esta es la estación más transitada en todo el sistema debido a que presta servicio a las personas que se desplazan desde y hacia cada uno de los extremos de la ciudad y del Centro.


En este sector, el cruce peatonal de la estación, dice Giraldo tiene falencias pues la acera presenta desniveles y hay una pendiente en mal estado, es decir, no reúne las condiciones de seguridad, ni accesibilidad, lo que impide la libre movilidad para las personas con discapacidad (PCD) y movilidad reducida (PMR).


En cuanto a la fase semafórica, a diferencia del anterior punto, esta aumenta en 45 segundos para el peatón y 55 segundos para los automóviles. “En esta intersección, aunque hay más tráfico, los peatones van ganando importancia sobre los motorizados. Pero no hay que olvidar que acá hay gran afluencia de personas y que durante todo el día ellos hacen uso del metro o el tranvía”, dice Ibatá.


Por la Avenida Bolívar, agrega el activista de la bicicleta, las escaleras eléctricas de la estación del Metro no se conectan entre sí, y las que están al costado occidental no se comunican con la Avenida, eso ocasiona discontinuidad en el recorrido del usuario. “La cebra de la avenida debería estar interconectada con las escaleras, que son los lugares por los que el usuario se baja del Sistema y continúa su camino hacia algún lugar del Centro”, señala.


Para Giraldo, el transporte público colectivo, los sistemas integrados, como el Metro, el Tranvía o el Metroplús son de gran importancia por contribuir al medio ambiente. Pero el objetivo, dice la experta, es que el usuario pueda bajarse del Sistema Masivo de Transporte y continuar su camino como peatón o ciclista sin dificultad.




Un ejemplo de este desequilibrio, indica Margarita Ospina, se observa cuando la mayoría de los ciclistas que pasan por Bolívar se ven incómodos, estresados, pues tienen poco espacio en la vía, los automóviles los van arrinconando, y los pocos que se atreven a ir por el centro del carril son sometidos a abucheos, gritos o a los pitos desesperantes de los carros.


“El señor que acabo de ver cumplía todo el reglamento, estaba con casco y luces. Pero los carros le pitaban o lo adelantaban sin cuidado alguno. Es que sigue siendo muy riesgoso montar en bicicleta por la vía porque el motorizado desconoce que por ley las bicicletas puede ocupar todo el carril”, explica Margarita Ospina.


La tercera estación fue Palacé con Pichincha, calle 47 con carrera 50, detrás del Metro de San Antonio. En este lugar nos percatamos de que hay un tramo que al parecer es peatonal por la confluencia de personas que caminan por allí, además de una intervención urbana con plantas y algunas sillas, no obstante, no hay indicaciones que nos ayuden a definir cuál es su uso real.


“En esa calle, gracias a la intervención, hay un ambiente agradable dentro de lo hostil del tráfico y la contaminación. Esto le da una sensación de calma y seguridad al sector, pero vemos también como no hay un uso definido del suelo, pues los motociclistas también pasan por allí. En mi opinión esa calle podría ser totalmente peatonal y la Alcaldía podría ahorrarse los semáforos que son bastante costosos para la ciudad”, comenta Ospina.